A fines del 2004 di por terminada mi
investigación y marché a Colombia para estudiar una maestría en literatura.
Sólo arte hubo en mi cabeza durante dos años, arte y crítica literaria. Pero al
regresar, a comienzos del 2007, me picó de nuevo el bichito de la curiosidad
por los misterios de la tierra. Me puse en contacto con Horacio Dallas, un
antiguo corresponsal residente en Bahía Blanca. Juntos planeábamos una
excursión al Gualicho, pero una revelación inesperada nos hizo cambiar de
dirección: ¡en plena provincia de Buenos Aires las sierras ocultaban
menhires!
Guiados por un joven
amigo de Horacio, dimos con un cromlech cuadrangular, y en la misma excursión
tuve la fortuna de hallar otro conjunto geométrico. El resultado de nuestra
investigación fue comunicado por mí a la prensa local. He aquí pues,
reproducida íntegramente, la nota que vino a coronar años de investigaciones y
búsquedas a ciegas.
La Nueva Provincia, 12 de agosto de
2007.
Señalan la existencia de menhires en el área de Sierra de la Ventana
Según sostienen dos
investigadores que se encuentran trabajando sobre el tema, la región de Sierra
de la Ventana
registra “un impresionante cúmulo de piedras erectas por la mano del hombre,
conocidas como “menhires”. En una recorrida por el lugar tomaron contacto con
dichos testimonios que registraron en las fotografías que reproducimos y,
señala el historiador Demetrio Charalambous, cuentan con otras referencias a
analizar en otros sitios del mismo escenario.
“Son cientos, con una altura variable, que en
ocasiones supera los dos metros. Las hay solitarias, en lugares recónditos del
campo y cerca de cursos de agua; otras se agrupan alrededor de antiguas tumbas
o “chenques”, y también las hay dispuestas en alineamientos de varios
kilómetros”, señaló el historiador Demetrio Charalambous a “La Nueva Provincia”.
Indicó que su existencia es conocida desde hace sólo unos pocos años en
la zona; se las menciona en la página web de la municipalidad de Coronel
Pringles y en la de Sierra de la
Ventana como un potencial atractivo turístico, aunque no existen hasta la actualidad referencias arqueológicas que
permitan conocer su función o antigüedad.
“Teníamos informes desde hace tiempo sobre la existencia de menhires en
la región, pero no contábamos con la localización precisa” –agregó
Charalambous- “Por fin, hace poco, mi compañero de investigación Horacio Dallas descubrió un conjunto grande
al pie del cerro Tres Picos, y allá me fui a examinarlo.”
Charalambous fue distinguido con el premio nacional de ensayo por su
obra sobre navegaciones precolombinas, y ha filmado un documental sobre arte
totémico indígena desde Alaska a Tierra del Fuego.
“Relevamos el sitio, que resultó ser más extenso y complejo de lo
esperado. El conjunto principal de menhires compone la figura de un cuadrado,
rodeado por otro mayor. Pensamos que pudo haber tenido una función ceremonial.
En los alrededores hay filas de menhires dispuestos en línea recta, todos con
el canto apuntando en la misma dirección, generalmente hacia la cumbre de un
cerro visible en horizonte. También hallamos un alineamiento de menhires que
apunta hacia una cueva elevada, muy destacada en el paisaje de las sierras.”
El Cashuati, nombre por el cual conocían los indígenas a la Sierra de la Ventana, era el centro de
reunión de los caciques llegados de los más remotos lugares de las pampas, el
Río Negro y Neuquén. Sus cordones montañosos albergan cuevas con pinturas
rupestres –una de ellas es la famosa “salamanca de Cura Malal”-, pero no se
había documentado hasta ahora la presencia de una cultura megalítica en la
región.
“En otro campo, distante unos diez kilómetros, -señala el testimonio
brindado a “La Nueva
Provincia”- encontramos una estructura de menhires similar a
la primera. Tiene la figura de un cuadrado perfecto, con otro más pequeño al
costado. El recinto mayor mide aproximadamente 15 metros de lado, y el
menor, 6 metros.
Es decir, que ambos cuadrados se relacionan entre sí en razón de 2,5 a 1. También los menhires
dispuestos en línea recta están colocados a intervalos regulares, lo cual
sugiere la utilización de un patrón de medida en estos antiguos
emplazamientos.”
También refiere el hallazgo de una especie de apacheta en la cima de un
pequeño cerro, hacia la cual apunta el canto de un menhir aislado. Puede haber
sido erigida como adoratorio, aunque esto es sólo una suposición.
Charalambous señaló que hasta ahora los únicos menhires conocidos en
nuestro país eran los de Tafí del Valle, en Tucumán, asociados a las culturas
precolombinas del noroeste argentino. Los de sierra de la Ventana no están tallados,
y pueden tener un origen independiente de aquéllas.
“En realidad, se asemejan mucho a los megalitos europeos.” –comenta-
“Son de menor tamaño, pero la intención general parece ser la misma:
canalización de energías telúricas y observación astral. Cabe pensar en una
difusión de la ingeniería megalítica desde el Viejo Mundo hacia América en
épocas remotas.”
Cultura megalítica
Los recintos cuadrangulares de menhires hallados por los investigadores
no deben confundirse con los “corrales” de pircas mencionados en la literatura
arqueológica; obviamente, su función es diferente, pues no servirían para
encerrar animales, ni como reparo para toldos. Parecen ser obra de una cultura
desarrollada, y no clasificada aún.
“Los menhires de Sierra de la
Ventana y Pillahuincó, -expresa el investigador- además de rodear ocasionalmente
túmulos funerarios y amojonar los campos, pueden haber tenido una función
astronómica, como señaladores del lugar de salida y puesta de los astros en
ciertas épocas del año.
“Estos
monumentos provienen de un período desconocido de nuestro pasado. Aunque
debemos esperar la datación de las sepulturas asociadas con ellos, no puede
descartarse –concluye- que sean obra de una cultura muy antigua y ya
desaparecida en tiempos de la conquista española.”
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